Una ruta, un vehículo, un animal… Un accidente. Cada año, hay cientos de muertos y heridos como consecuencia de siniestros en los que están involucrados animales sueltos. Sin embargo, hay personas cuyo medio de vida depende de los animales que usan para trabajar y no tienen cómo alimentarlos. Ellos no tienen otra opción más que soltar sus caballos o sus vacas para que puedan pastar en el campo.
“Son accidentes o muertes que no sirven para nada. Si fuera una muerte que sirve para tomar conciencia y que la Policía se ponga las pilas y que se tomen las medidas que se tienen que tomar... De última valió la pena para algo... Pero cuando es en vano es complicado”, reflexionó Facundo Paz Posse. Su padre, Carlos Alfredo, falleció en la madrugada del 15 de abril de 2005. Aquel accidente ocurrió a la altura de Tapia. La víctima, que tenía 70 años, circulaba en una camioneta cuando un toro de unos 500 kilos se le cruzó en el camino. “Así como le ha pasado a mi papá le podría haber pasado a cualquiera”, interpretó Facundo mientras contaba las circunstancias del siniestro.
Según un informe de Vialidad Nacional, en un año se llegó a registrar más de un accidente provocado por animales sueltos cada día (solo en las rutas nacionales). “Siempre uno se entera que hubo accidentes por animales sueltos. Algunos no terminan en muertes, pero todo sigue igual. No se hacen las cosas como debería, y parece que no les importa”, dijo Paz Posse, quien no se guardó sus críticas para con el Estado. “Aparte del accidente y de los animales sueltos, el sistema tampoco funciona. La ambulancia demoró dos o tres horas en llegar”, recordó antes de atacar a los políticos. “Cuando no pasa nada y todo sigue igual uno piensa que esto no le importa a nadie”, lamentó. Según Paz Posse, la responsabilidad es de los representantes de los ciudadanos. “O a los políticos no les importa, que son los que se tienen que ocupar”, agregó.
Los controles
La responsabilidad por los animales (y por los daños que causen) corresponde a sus dueños. Así lo dispuso en reiteradas oportunidades la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Sin embargo, es la Policía de Tucumán quien debe realizar los controles correspondientes en los caminos. “Hacemos recorridos con el fin de erradicar los animales sueltos, generalmente 3 veces por semana. Encontramos, en promedio, de cerca de 10 animales a la semana”, aseguró Juan Albarracín, jefe de la Sección Caballería de la Policía.
Sebastián Saliz, tercer jefe de la sección, aportó detalles sobre los operativos. “Generalmente esta unidad no solamente secuestra animales equinos sino también otro tipo de especies. Puede tratarse de animales vacunos, caprinos, bovinos y porcinos”, enumeró. Según los efectivos, las zonas en las que se encuentra mayor cantidad de animales serían Tafí del Valle, Trancas y San Pedro de Colalao.
Albarracín explicó cuáles son los pasos a seguir cuando secuestran un animal. En primer lugar, los trasladan en un camión hasta la sede de la Caballería, en San Miguel de Tucumán. Eventualmente, se los llevan a un predio en La Cocha. Finalmente, los dueños de los animales deben presentarse con la documentación correspondiente para poder recuperarlos, previo pago de una multa por la contravención. De todas maneras, los efectivos policiales contaron que los propietarios no siempre van en busca de sus animales. “Generalmente se los dona a entidades sin fines de lucro o a personas muy carentes de recursos”, dijo Albarracín.
Caciques defienden la libre circulación de los animales
Hay diversos motivos por los cuales se puede encontrar un animal suelto en los caminos. Quizás se escapó por un descuido de sus dueños, o quizás se trata de un animal salvaje. Pero también hay familias que los necesitan para sustentarse y que no disponen de los recursos necesarios para alimentarlos. “Hay personas que tienen tres o cuatro caballos y les ofrecen campos para arrendar, pero no todos pueden pagar”, explicó Santos Pastrana, cacique de la comunidad indígena del Pueblo Diaguita del Valle de Tafí. “Son muchos los comuneros que viven de eso. No hay otra salida. Si no tienen el caballo…”, añadió.
Margarita Hortencia Mamani, cacique de la comunidad indígena del Mollar, coincidió con su par. Sin embargo, justificó el hecho de que los animales circulen en libertad a partir de la cosmovisión de su pueblo. “Nuestros animales están sueltos porque son libres de pastar ahí. Están desde antes de la colonización. Ellos están libres porque antes no había cercados ni alambrados”, sostuvo. “Además son el sustento de muchas familias”, agregó.
Según la dirigente, los cambios que se produjeron en la región no deberían afectar al modo de vida de los pueblos originarios. “Los animales son parte de nosotros. Son como el ser humano porque conviven con nuestra naturaleza. Se los tiene que respetar porque, aunque ahora le digan ‘zona turística’ a los valles, los animales estuvieron sueltos por añares”, manifestó. “Como pueblo preexistente queremos ser respetados y que se respete a nuestros animales”, enfatizó.
La solución
Ambos caciques coincidieron en que es necesario que los vehículos circulen con mayor precaución. “El tema también es la imprudencia. Se conduce a muy alta velocidad y no hay conciencia”, opinó Pastrana. Agregó que la iluminación de los caminos es otro factor que probablemente ayudaría a disminuir la cantidad de siniestros viales ocasionados por los animales sueltos.
“Lamentablemente los vehículos y los conductores no tienen precaución. Ellos creen que pueden pasar como en el llano pero tienen que tener más cuidado”, aportó Mamani. Para la cacique, el hecho de que sus animales estén sueltos no es negociable. “Vamos a luchar hasta las últimas consecuencias para que nuestros animales sean dueños territoriales como lo somos nosotros”, concluyó.